jueves, 3 de diciembre de 2009




En paz



Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,


porque nunca me diste ni esperanza fallida,


ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;


porque veo al final de mi rudo camino


que yo fui el arquitecto de mi propio destino;


que si extraje la miel o la hiel de las cosas,


fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:


cuando planté rosales coseché siempre rosas.






Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:


¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!






Hallé sin duda largas las noches de mis penas;


mas no me prometiste tan sólo noches buenas;


y en cambio tuve algunas santamente serenas...






Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.


¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Amado Nervo

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